
La madre de los niños del holocausto-Anna Mieszkowska
Editorial Styria
ISBN 978-84-96626-92-8
El 16 de febrero de 2003 el semanario Wprost informaba de la nominación de Irena Sendler para Premio Nobel de la Paz. Apoyaban su candidatura Czeslaw Milosz y Lech Walesa. Pero ¿quien era Irena Sendler?. A esta pregunta responde el libro de Anna Mieszkowska, sus páginas van más allá de la biografía pues incluye testimonios de compañeros de trabajo, de niños supervivientes y de la propia protagonista.
Irena nace en Varsovia el 15 de febrero de 1910, su padre médico de profesión, estuvo comprometido con la causa social. Junto con la ayuda de gran parte de la familia abre un sanatorio para enfermos del pulmón donde sus nuevos métodos pronto le dieron éxitos profesionales. No por ello abandonó las visitas gratuitas a las familias pobres. El contacto con estos grupos en su infancia, la mayoría judíos, hizo que de niña aprendiera yiddisch. Sin embargo esta infancia feliz pronto se rompe con la muerte del padre tras una epidemia de tifus con tan solo cuarenta años, la propiedad acaba vendiéndose siendo el hospital reconvertido en hospicio.
Cuando Irena llega a la universidad se inician disturbios antisemitas con la introducción de los "guetos en los bancos" consistente en separar el alumnado ario y polaco de los judíos. Irena se sienta siempre en el lado judío. Su ardiente defensa la lleva a ser expulsada de la Universidad, a la que durante tres años se le negaría el regreso. Finalmente con el cambio de Rector en 1938 logra examinarse de sus últimas asignaturas. Sus estudios de pedagogía la llevan a trabajar en el Comité Ciudadano de Bienestar Social, sección de madres y niños que tenía varias delegaciones en Varsovia. Este ambiente la cautiva y se le acaba confiando la dirección del departamento de niños ilegítimos.


Mientras todo esto tenía lugar, Irena también trabajaba pensando en el futuro de los niños. Si un día la devastación acababa, tenían que reencontrar su identidad, a sus seres queridos supervivientes. Conforme se desarrollaba su labor salvadora, elaboraba una guía con nombre, apellidos y direcciones. Se componía de un montón de trocitos de papel de seda enrollados como un carrete. Irena lo tenía siempre en casa, a mano por si el peligro llamaba a la puerta. Este momento llegó estando reunida con Janina Grabowska quien se haría cargo del valioso documento, mientras Irena era detenida y conducida a la prisión de Pawiak .
En ningún momento de su interrogatorio y su tortura se tuvo conocimiento de la importancia de su captura, sólo interesaban sus conexiones. La sentencia fue de fusilamiento. En el exterior Zegota intentaba por todos los medios su rescate, ya que era la única que podía descifrar el paradero de los niños. El 20 de enero de 1944 mientras era conducida a otro edificio fue puesta súbitamente en libertad. Zegota había logrado mediante soborno que fuera fusilada tan solo sobre el papel. Se le proporciona nueva identidad y pasa a la clandestinidad. Ahora ella y sus protegidos tenían que esconderse. Tras su fuga el rollo de tiras de papel se guardó en un tarro de cristal y se enterró en el jardín de una de las mediadoras.
Irena Sendler vivió el levantamiento de Varsovia en la zona Mokotow. La ciudad fue liberada el 17 de enero de 1945. La lista descifrada fue entregada al director del Comité Central de Polonia, Adolf Berman y empezó la tarea de buscar a los niños salvados y a las familias que los cuidaban para en caso de ser posible devolverlos a sus padres o familiares aunque fueran lejanos. Si habían quedado huérfanos se les alojaba de forma temporal en hospicios. Un número considerable fue trasladado a Palestina. Sin embargo los problemas psicológicos eran inevitables, los padres adoptivos también sufrían pues les resultaba muy duro separarse de ellos, a muchos se les había ocultado su origen, era difícil contar toda la verdad. Otros viven con la pesadilla de sus recuerdos y un sentimiento de culpabilidad por haber sobrevivido. Se calcula en 2500 niños y gran cantidad de jovenes los que pudieron ser salvados por Irena y sus colaboradoras, mujeres valientes y sacrificadas si bien las dotes de organización y de cohesión la hicieron imprescindible para el éxito de una misión para la que no solo bastaba con buena voluntad. Muchos de los eslabones de la cadena no se conocían entre sí.
En 1965 recibó la medalla "Justa entre los gentiles", pero tristemente solo en el año 1983 las autoridades polacas accedieron a que viajase a plantar su árbol en la Avenida de los Justos. El 26 de julio de 2003 se le concede el premio Ian Karski.
A pesar de este extenso resumen el libro de Anna Mieszkowska nos habla de aspectos de Irena Sendler que no he mencionado. Su vida privada, sus matrimonios, sus hijos (propios y adoptados), como influyó la vida clandestina en su propia vida. Como fue su vida tras la liberación hasta su muerte el 12 de mayo de 2008. Invito por tanto a su lectura para comprender su enorme valía.
"Irena Sendler recuerda como Janusz Korczak se entregó a la muerte con los niños de su hospicio. Aunque estaba ya muy enfermo, mantenía la cabeza alta, sin dar muestras de temor, aparentemente tranquilo: "Subió al tren por la parte de delante. Llevaba al más pequeño en brazos y a otro de la mano. Los habrá que cuenten otra versión de la historia, pero nadie se equivoca. Tenga en cuenta que el camino del hospicio a la plaza de trasbordos era largo, se tardaban cuatro horas en recorrerlo (...) Los niños iban vestidos de domingo. Llevaban un uniforme de dril azul. Iban de cuatro en cuatro, a paso ligero, sin detenerse, con dignidad, hacia la plaza de trasbordos, la plaza de la muerte (...) Nada de lo que viví en la guerra me dejó tan impresionada como aquello. Ni las torturas de Pawiak, ni la Gestapo en Aleja Schucha, ni los jóvenes moribundos del hospital en el que era enfermera tras el levantamiento del gueto"
1 comentario:
Gran aporte. Mil gracias
Ewan
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