martes, 14 de febrero de 2012

Dickens: El observador solitario (Peter Ackroyd)

Dickens: El observador solitario
Peter Ackroyd
Editorial Edhasa
ISBN 978-84-350-2800-4

No es posible comenzar este año, sin colocar en las primeras entradas esta maravillosa y trabajada biografía de uno de los escritores más reeditados y queridos por toda clase de pùblico y a través de distintas épocas. Celebramos el año Dickens y nos alegra decir que las editoriales han hecho un esfuerzo por celebrarlo como deben......editando y reeditando sus libros.

Peter Ackroyd nos presenta una biografía total tanto del escritor como de la persona, separo estos dos términos porque de la mayoría de los autores no conocemos su vida privada, sin embargo en este caso, Ackroyd trenza la una sobre la otra.
Esta es precisamente una de las características de la biografía que comentamos, no se limita a dar unos datos, de por si muy abundantes en Internet, sino que une las vivencias personales del autor a su creación literaria, los temas de sus novelas y la creación de sus personajes. Y lo hace muy bien, pues al final Dickens es tan nuestro, tan humano, tan cercano y vulnerable, y la vez tan genial y único que parece un personaje escapado de sus narraciones. La vida de Dickens vitoriana y decimonónica y a la vez adelantada a su tiempo.

Voy a comentar sólo un par de aspectos que no conocía de Dickens y creo que meren destacarse.
El primero es su atroz capacidad de trabajo. A los quince años empezó a buscarse la vida como chico para todo en el despacho de Ellis and Blackmore, a la vez que se dedicaba a aprender el método Gurney de taquigrafía, conocimiento que le abriría el acceso a Doctors´Commorns, hasta que finalmente se establece como taquígrafo independiente.

Con diecinueve años, comienzos de 1831, se inicia como cronista parlamentario del periódico Mirror of Parlament, su nombre empieza a ser conocido en medios periodísticos. En 1834 ya forma parte de la plantilla de The Morning Chronicle. Se compromete allí a escribir una serie de artículos llamados Bocetos de Londres, a la vez que lo compaginaba con la crítica teatral y la tribuna de prensa en la Cámara de los Comunes.
No pasa mucho tiempo cuando William Hall de la editorial Chapman and Hall le propone hacerse cargo de un proyecto de periodicidad mensual, que tras ser modificado por él sería el germen de Los papeles póstumos del Club Pickwick; el éxito le sonrió, pero no por ello dejó sus crónicas parlamentarias.
A raiz de embarcarse en una nueva serie de estampas, una de sus composiciones Oliver Twist, toma fuerza emancipándose como narranción autónoma. Así pues, llevaba la vez Los papeles póstumos del Club Pickwick y Oliver Twist. Dos folletines bien diferentes que verían la luz de forma simultánea.

A todo este ritmo de trabajo cabe añadir los viajes que serían una constante en su vida, y las visitas a lugares que despertaban su curiosidad y muchas veces le deparaban ideas para nuevas novelas. Por ejemplo, en 1838 tras visitar las esuelas para huérfanos de Yorkshire comienza Nicholas Nickleby cuya realización se une a su proyecto de transformar Oliver Twist de folletín a novela, con un acabado y coherencia propio de tal nombre.

Para cuando concluye Nickleby se embarca en una nueva aventura semanal denominada El reloj de maese Humphrey. El relato cuarto decide trabajarlo más y nace Tienda de Antigüedades, folletín que también transformaría en novela. Dickens tenía 30 años y ya recibía su primer homenaje en la ciudad de Edimburgo.

Las impresiones de los lugares que visitó fueron recogidas en libros como American Notes, al concluir su viaje a Estados Unidos o Estampas de Italia, fruto de una estancia de la familia en el país mediterráneo.

Todo este trajín iba acompañado de nuevas empresas de publicaciones periódicas. Household Words (cuyo primer numero apareció en 1850) en la que escribía y daba el toque final a los artículos de sus colaboradores. Esta publicación acabaría fusionada con "A lo largo del año" (1859) apareciendo en ella el primer episodio de Historia de dos ciudades, además de publicaciones por entregas como La mujer de blanco y La piedra Lunar de su amigo Wilkie Collins.
Con estas pinceladas nos podemos hacer una idea de su capacidad de trabajo y el ritmo con el que hacía llegar cada una de sus entregas.

Pero hay otro aspecto no menos importante que su obra literaria, que Peter Ackroyd destaca y comunmente pasa desapercibido ante su obra escrita. Hacia 1852 se compromete a una serie de lecturas en público de su cuento Canción de Navidad. El triunfo en Birmingham fue clamoroso, 1700 personas habían esperado nevando a la puerta del Ayuntamiento para conseguir una entrada. En Brandford, 3700 personas abarrotaban la sala de conciertos. Hay que recordar que Dickens había tenido siempre un gran amor por el teatro, la noche de Reyes organizaba una velada poniendo en escena algun sainete, ayudado por sus hijos.

A lo largo de su vida las lecturas fueron recurrentes, no sólo eran un medio de engrosar su economía, sino que Dickens a través de ellas,palpaba el gusto del público y se daba cuenta de su fuerza y poder de convocatoria. Hay que señalar no obstante que llevaban consigo un notable esfuerzo de dramatización y memorización, dos meses como poco de trabajo previo con gesticulación, entonación, etc....Por otra parte no utilizaba anotaciones o apuntes por lo que a veces modificaba pasajes, omitía referencias sobre los personajes, modificaba ocurrencias e improvisaba según la reacción del público. Se establecía una relación muy especial entre público y autor.
En la gira de la primavera de 1866 en Liverpool, más de 3000 personas se quedaron con ganas de verlo. En sus cartas hace continuas referencias a multitudes, ovaciones, a las risas y lágrimas que provocaba. En su segundo viaje a Estados Unidos, las lecturas públicas ocuparon un lugar muy importante. Ya antes de su llegada se formaron largas colas para adquirir entradas, no sólo era la fama del autor, sino que el espectáculo en sí, era novedoso. Muchos hacían cola desde la noche anterior provistos de colchones de paja. Durante el primer mes de 1868 hizo lecturas en Nueva York, Boston, Filadelfia, etc....lo que le supuso un agotador esfuerzo. Se sintió tan cansado que canceló las citas del oeste. El día de su partida una enorme multitud lo esperaba a la salida del hotel, desde las ventanas de los edificios cercanos arrojaban flores a su paso.
Ya de vuelta todavía hizo una gira por Escocia de la que regresó realmente enfermo. Peter Ackroyd comenta las anotaciones de su médico que llegó a contar 124 pulsaciones por minuto al finalizar la última lectura de David Copperfield. En total fueron quince años de lecturas públicas.

La biografía de Peter Ackroyd es un manantial inagotable, recomendable acercamiento al escritor e inestimable acompañamiento si leemos sus obras. La erudición de sus páginas nos ofrece información de las relaciones que estableció con Wilkie Collins, Andersen, Thackeray, Gaskell....y un largo etcétera que estoy segura abrirá el apetito de los amantes de la literatura inglesa del s.XIX