domingo, 20 de enero de 2013

Dickens: El observador solitario-II (Peter Ackroyd)

Me hubiera gustado cerrar 2012 con esta entrada dedicada al genial escritor inglés. No pudo ser en fecha, pero no por ello me olvido, espero que os guste.

Dickens hombre y escritor son una mezcla indisoluble en la que el genio literario da cuenta del material de la vida, esa "suma de naderias" a decir de David Copperfield, a menudo gravosas y tristes, otras alegres y esperanzadoras.

Dickens amaba la infancia, nunca dejó de ser el niño que correteaba y miraba con atención y memoria fotográfica las ciudades por las que la profesión de su padre le llevara, los modelos humanos que las poblaban y que nutrieron sus novelas convirtiéndose en seres de carne y hueso.
También Dickens es amante de la belleza etérea de la mujer que empieza a dejar la adolescencia, los ojos soñadores, la mirada dulce y aterciopelada; el rostro joven abierto a todas las esperanzas y a todos los proyectos. Ese momento de la vida, que respiran algunos de sus personajes femeninos, es el que siempre le sedujo, inclusive cuando la vida convirtió sus circunstancias en otras muy diferentes.

Después de la experiencia traumática de la fábrica de frascos de betún y las difíciles condiciones por las que tuvo que pasar la familia, consecuencia del encarcelamiento de su padre por deudas; Dickens a los quince años empieza a buscar su futuro. Tras haber avalado algunas deudas a su padre y colocarse en una peligrosa situación comprometiendo su salario en The Morning Chronicle, abandonará la casa paterna y llevará con él a su hermano Frederick. Toma entonces las riendas de su vida y en gran medida la de toda su familia, una situación que nunca le iba abandonar, que acuciaría una vida de trabajo y esfuerzo hasta más allá de su propia salud.

En 1834 conoce a George Hogarth y a su familia, con su hija mayor Catherine se comprometería, ella tenía 19 años y nuestro autor 22. El éxito de ventas de Los papeles póstumos del Club Pickwick, posibilitó el adelanto de la fecha de la boda. Por supuesto Frederick viviría con los recién casados y tras el nacimiento de su primer hijo, su cuñada Mary se instala en la casa del escritor debido a una serie de transtornos nerviosos y depresiones que comienzan a manifestarse en Catherine tras el parto.
La relación con su cuñada era muy afectiva y esta etapa de su vida fue una de las más felices, pero Mary muere repentinamente a los diecisiete años. Dickens por primera vez no cumple los plazos de entrega. Su dolor fue obsesivo: guardó sus vestidos, soñaba con ella e incluso manifestó su deseo de ser enterrado con ella.
Mary fue siempre la imagen idealizada de mujer, de dulzura, fragilidad e inocencia; representaba como Catherine el modelo que amaba, con la diferencia de que las depresiones de su mujer se agravarían en el futuro, en gran medida a raíz de embarazos posteriores. Conforme pasase en tiempo sería su cuñada más pequeña, Georgina, quien se hiciese cargo de la casa.

Sus problemas familiares no acabarían aquí, John Dickens había tomado por costumbre solicitar dinero a los editores de su hijo, y sus deudas eran de nuevo tan numerosas que estuvo a punto de ser enjuiciado. Dickens toma la decisión de instalar a sus padres en el campo, cerca de Exeter, en Mile End Cottage. Pone en funcionamiento todo lo necesario y le presta a su padre dinero a condición de llevar una vida retirada. No siempre le dió buen resultado esta estrategia, pues poco después su padre falsificaría su firma. Este episodio ahondó las diferencias entre ambos llegando incluso a no dirigirse apenas la palabra.

"Creo que el día menos pensado me daré por vencido, porque, salvo en las pesadillas, nunca se ha visto nada parecido a la detestable sombra que sobre mí proyecta este padre que me ha tocado en suerte"

"Él y todos los míos me consideran como algo que pueden saquear a su antojo y repartirse los despojos"

Para cuando realiza su viaje a Norteamérica, Dickens tiene ya cuatro hijos, el pequeño Walter, tenía nueve meses y le costó vencer las reticencias de Catherine para embarcarse dejando a los niños atrás. En los años sucesivos la familia del escritor siguió creciendo, incluso para el siglo XIX, la suya era una familia más que numerosa.
En 1852 nace su décimo y último hijo, Edgar. No es de extrañar que el escritor hubiera adquirido la costumbre de disponer de un lugar para trabajar, lejos de todo y de todos. En 1856 adquiere Gad´s Hill Place a las afueras de Rochester.

En muchas ocasiones viajó a París, a veces acompañado por su familia y otras por Wilkie Collins al que le unía una gran amistad. De esta época data el distanciamiento de sus suegros, pues al volver a Londres prefería antes dormir en una posada que en su propio domicilio: "no soporto la presencia de esa familia al completo a la hora del desayuno". El apartamiento  de la familia Hogarth iba de la mano del distanciamiento de su esposa: "tengo la impresión de que el corsé de mi vida doméstica se ha tornado demasiado rígido". El contraste entre sus viajes libres a Francia y la vida en Londres era demasiado acentuado.

Con motivo de poner en representación una obra de Colllins, El piélago helado, entra en contacto con la familia de actores Ternan. Su hija Ellén, de 18 años (la misma edad que Kate Dickens) llama la atención del escritor. Ellen fue el detonante de una situación muy deteriorada. Dickens abandona el hogar y ya en los primeros meses de 1858 todo el mundo se refería a Ellen Ternan como la ahijada de Dickens.

El escritor plantea entonces la separación y la división de viviendas: Tavisdtock House en Londres y Gad´s Hill Place en el campo. Georgina, hermana de Catherine, apoya ese planteamiento, sin embargo la intervención de los Hogarth hizo que las negociaciones, en principio discretas, salieran a la luz. Se dieron toda clase de habladurías que incluyeron a Georgina. Finalmente se firma un acuerdo de divorcio, pero Dickens quiso salir al paso de las habladurías e insidias con una declaración personal en The Times. Un biógrafo de la época describe:

"Recuerdo como si fuera hoy la sorpresa y la tristeza que aquella declaración produjo entre la gente de a pie, como yo. En aquella época hasta donde a mi se me alcanzaba, en poco difería el escritor del hombre"

Como si toda la familia se pusiera de acuerdo, su hermano Frederick presenta una demanda de adulterio contra su esposa y, Augustus abandona a la suya marchándose a Estados Unidos con otra mujer. Su hija Kate contraería matrimonio "porque quería alejarse de aquel desdichado hogar".

Dickens se encontraba en un estado de postración nerviosa.El futuro económico de su familia era una preocupación constante, su hermano Alfred fallece dejando viuda y cinco hijos a los que el escritor trasladó a Gad´s Hill Place. Las giras de lectura le procuraban ingresos extraordinarios a la vez que levantaban su ánimo cuando palpaba el apoyo y seguimiento del público, su enorme poder de convocatoria. Ya muy tocado de salud realiza la segunda gira por Estados Unidos, que no pudo completar. A su vuelta su hijo Charlie, ahora arruinado, se hará cargo de la correspondencia del escritor. Edward se dispone a emigrar a Australia, al igual que había hecho Alfred con la idea de la cría de ovejas. Walter, ese muchacho un poco lento y que no destacaba en nada, a decir de Dickens, había fallecido en Calcuta.

Sólo Elle Ternan era la única por la que se dejaba aconsejar sobre su salud. La  relación que mantuvo con ella, ha hecho correr ríos de tinta; en cualquier caso y conociendo al escritor, no era una relación convencional y si bien no podemos estar seguros de su naturaleza, es no obstante innegable el cariño que sintió por ella.

El 15 de marzo terminaba las lecturas públicas con serios problemas de visión y cansancio acumulado. El 8 de junio de 1870 en Gad´s Hill Place le sobrevino el ataque. Georgina era la única que estaba con él. Perdió el sentido que ya no recuperó, pocos meses antes había sido recibido en audiencia privada a petición de la reina en el palacio de Buckingham.