Las lecturas de los jóvenes: un nuevo lector para un nuevo siglo .
E.Gil Calvo, P.C. Cerrillo y otros
Editorial Anthropos
ISBN 978-84-7658-978-6
Hace unos días tuve el placer de leer un artículo titulado Lucía y las Navidades, en el que se comentaba la decisión de Lucía Etxebarría de dejar de escribir en protesta por las descargas ilegales de su obra. El título era un pretexto pues en realidad Joaquín Rodríguez (cuyo blog sigo asiduamente), viene a reflexionar sobre los problemas de la industria editorial y otros temas colaterales que inciden en ella y que a continuación pasa a enumerar. Entre todos hago hincapié en el punto 9 y 10 que son los que afectan a la formación del lector.
El libro nace para ser leído, el lector es finalmente el consumidor del libro y por tanto la lectura es una asignatura que muchos llaman "transversal" y que yo calificaría de primordial, sin olvidarnos de que va unida a la escritura.
Qué lector tenemos y cual es el que queremos tener, es objeto de reflexión en numerosos publicaciones como la que traigo a comentar. Está compuesta por cuatro artículos escritos por personas que se encuentran en contacto con los jóvenes o que ocupan cargos de responsabilidad en materia educativa. Se engloba dentro de la colección "Repensar la educación desde la actualidad" lo que nos da una idea de las preocupaciones sobre las que reflexionan sus autores. Son artículos desiguales y con enfoques distintos. Me han gustado especialmente el de Enrique Gil Calvo, Gemma Lluch y Pedro C. Cerrillo.
Me ha interesado la forma en que Gil Calvo reflexiona sobre la temporalidad juvenil. En el pasado ciertamente la temporalidad era lineal y el paso de joven a adulto era una trayectoria clara con sus "ritos de paso". El joven de hoy tiene una temporalidad circular, en ella el aprendizaje se rehace una y otra vez para la adaptación profesional, formación y educación permanente.
El joven deja de pensar en un destino cuyo control se le escapa y que es muy volátil y vive inmerso en el presente que está constituido por la oralidad y el contacto permanente con sus amigos a través de las nuevas tecnologías. De esta manera la lectura tradicional, a través de planteamientos tradicionales ha dejado de ser un referente. El tiempo libre está mucho menos asociado a la lectura, que la vez va unida a una disposición de recogimiento y silencio.
Pero además de este cambio de temporalidad, nuevas circunstancias afecta a la lectura. Ya no se lee como medio de conocimiento sino como evasión, es lo que más se valora. Antes el maestro o el padre era un filtro de las lecturas, pero ahora el joven compra por mediadores que están fuera del circuito familiar o escolar. La estrategia del libro ha pasado a ser como la de cualquier otro objeto de consumo, incluso muchas novelas tienen su propio trailer de lanzamiento y utilizan Internet para colocar sus primeros capítulos, dispuestos a atrapar rápidamente al posible comprador.Esto conlleva por regla general un mayor peso del diálogo, ese diálogo que acompaña la temporalidad circular del joven, y la exclusión de descripciones o reflexiones que lastren el ritmo narrativo, se allanan los obstáculos al posible lector/cosumidor. Hay un desplazamiento de la lectura formal a la lectura ligera.
Cómo puede la escuela, que no duda del papel educativo de la literatura y de su función social (Pedro C. Cerrillo) ofrecer hoy en dia una oferta atractiva a los jóvenes, sin perder su papel formador, de manera que además de apreciar y valorar las obras literarias tengan una competencia lectora lo más amplia posible. Está claro que para ello hay que tener experiencias literarias y un proceso de asimilación gradual que empieza ya en el niño prelector. También es claro que no podemos dar la espalda a modelos literarios que a la vez conforman la herencia cultura de nuestro país. Este dilema, además del cambio en las formas de lectura y de pensamiento que ha introducido Internet y el permanente picoteo de su páginas, abre tantos interrogantes e incógnitas sobre el camino que seguirán libro, lector, escuela, bibliotecas y editoriales, que es sin duda un cambio de modelo apasionante y no exento de peligros.
El libro nace para ser leído, el lector es finalmente el consumidor del libro y por tanto la lectura es una asignatura que muchos llaman "transversal" y que yo calificaría de primordial, sin olvidarnos de que va unida a la escritura.
Qué lector tenemos y cual es el que queremos tener, es objeto de reflexión en numerosos publicaciones como la que traigo a comentar. Está compuesta por cuatro artículos escritos por personas que se encuentran en contacto con los jóvenes o que ocupan cargos de responsabilidad en materia educativa. Se engloba dentro de la colección "Repensar la educación desde la actualidad" lo que nos da una idea de las preocupaciones sobre las que reflexionan sus autores. Son artículos desiguales y con enfoques distintos. Me han gustado especialmente el de Enrique Gil Calvo, Gemma Lluch y Pedro C. Cerrillo.
Me ha interesado la forma en que Gil Calvo reflexiona sobre la temporalidad juvenil. En el pasado ciertamente la temporalidad era lineal y el paso de joven a adulto era una trayectoria clara con sus "ritos de paso". El joven de hoy tiene una temporalidad circular, en ella el aprendizaje se rehace una y otra vez para la adaptación profesional, formación y educación permanente.
El joven deja de pensar en un destino cuyo control se le escapa y que es muy volátil y vive inmerso en el presente que está constituido por la oralidad y el contacto permanente con sus amigos a través de las nuevas tecnologías. De esta manera la lectura tradicional, a través de planteamientos tradicionales ha dejado de ser un referente. El tiempo libre está mucho menos asociado a la lectura, que la vez va unida a una disposición de recogimiento y silencio.
Pero además de este cambio de temporalidad, nuevas circunstancias afecta a la lectura. Ya no se lee como medio de conocimiento sino como evasión, es lo que más se valora. Antes el maestro o el padre era un filtro de las lecturas, pero ahora el joven compra por mediadores que están fuera del circuito familiar o escolar. La estrategia del libro ha pasado a ser como la de cualquier otro objeto de consumo, incluso muchas novelas tienen su propio trailer de lanzamiento y utilizan Internet para colocar sus primeros capítulos, dispuestos a atrapar rápidamente al posible comprador.Esto conlleva por regla general un mayor peso del diálogo, ese diálogo que acompaña la temporalidad circular del joven, y la exclusión de descripciones o reflexiones que lastren el ritmo narrativo, se allanan los obstáculos al posible lector/cosumidor. Hay un desplazamiento de la lectura formal a la lectura ligera.
Cómo puede la escuela, que no duda del papel educativo de la literatura y de su función social (Pedro C. Cerrillo) ofrecer hoy en dia una oferta atractiva a los jóvenes, sin perder su papel formador, de manera que además de apreciar y valorar las obras literarias tengan una competencia lectora lo más amplia posible. Está claro que para ello hay que tener experiencias literarias y un proceso de asimilación gradual que empieza ya en el niño prelector. También es claro que no podemos dar la espalda a modelos literarios que a la vez conforman la herencia cultura de nuestro país. Este dilema, además del cambio en las formas de lectura y de pensamiento que ha introducido Internet y el permanente picoteo de su páginas, abre tantos interrogantes e incógnitas sobre el camino que seguirán libro, lector, escuela, bibliotecas y editoriales, que es sin duda un cambio de modelo apasionante y no exento de peligros.