Animales racionales y dependientes: Por qué los seres humanos necesitamos de las virtudes.
Alasdair MacIntyre
Editorial Paidos
ISBN 84-493-1103-9
Una parte considerable del florecimiento del ser humano como tal, consiste en ser un "razonador práctico", pasando de la aceptación de las primeras enseñanzas a la elaboración de los propios juicios y su justificación racional.
Una condición necesaria para razonar es haber aprendido a distanciarse de los deseos del momento y poder evaluarlos; es decir, ser capaces de juzgar desde un punto de vista externo, evitar caer en un "deseo infantil". Para lograrlo la presencia de otros individuos y la comunidad es de gran importancia, pues evalúan, modifican, rechazan o bien estimulan.
Todos los individuos necesitan la ayuda de los demás para el razonamiento práctico independiente. Independiente significa tener capacidad y disposición para evaluar las razones para actuar ofrecidas por otros, de modo que, uno mismo pueda respaldar las conclusiones prácticas de los demás, así como las propias conclusiones.
El "razonador práctico" siempre está en deuda. Esta "deuda" no se puede medir.Todos sabemos de quien hemos recibido benéfica influencia, pero a menudo no sabemos a quien la tendremos que dar. La clase de cuidados que hemos necesitado para florecer, nos fueron dados al margen de toda rentabilidad o de cualquier resultado final. Esta es la clase de cuidado que debemos a los demás. Y esto es así a pesar de que incluso las mejores relaciones sociales son imperfectas al tratarse de relaciones a menudo jerárquicas, de poder e incluso de explotación. Las situaciones sociales tienen a menudo incluso doble caracter.
Las cualidades que debe desarrollar el niño para reorientar y transformar sus deseos hacia los "bienes" en diferentes etapas de su vida, provienen de virtudes intelectuales y morales. Sin el desarrollo de estas virtudes (ya enumeradas por Aristóteles: justicia, templanza, veracidad, honradez, valentía y otras semejantes) no sería posible ejercitar el razonamiento práctico, ni cuidar y educar debidamente a otros, ni protegerse o proteger a otros de la negligencia, falta de compasión, codicia o malicia.
Cuando MacIntyre habla de "bien común" se está refiriendo a la capacidad de orientación incorparada a la práctica cotidiana. Las razones por las que no se llega a aprender son:
1.-La incapacidad para separarse de los deseos y distanciarse de ellos para juzgarlos.
2.-La falta de un adecuado conocimiento de si mismo.
3.-Incapacidad para reconocer la naturaleza de la dependencia que se tiene respeto a otras personas.
Debemos reflexionar sobre el hecho de que los seres humanos somos vulnerables a una gran cantidad de aflicciones. Todo individuo depende de los demás, esto se ve claramente en la infancia, pero también en la senectud. Entre estos dos periodos puede haber momentos más o menos largos de lesión, enfermedad, convalecencia; bien de manera intermitente o permanente. La reflexión sobre la vulnerabildiad del ser humano debería para MacIntyre, tener un lugar privilegiado en la historia de la filosofía. De este modo se reflexionaría sobre la "discapacidad" y los "discapacitados" no como "ellos" sino como "nosotros" en situaciones en que nos "hemos visto", "nos vemos" y probablemente "nos veremos". Hay una falta de reconocimiento de la magnitud de la dependencia que juega en contra de la maduración del ser humano.
Para MacIntyre debemos caminar hacia una sociedad política que parta del hecho de la incapacidad y la dependencia como algo que todos los individuos experimentan a lo largo de su vida, y de manera impredecible, por lo que la atención e interés que se les presta no es un interés particular, o a un grupo en concreto sino el interés de la sociedad entera en su concepto de bien común.
El estado moderno se rige por una serie de acuerdos entre diversidad de intereses económicos y sociales más o menos en conflicto. El dinero determina el poder de negociación. Los bienes públicos que proporciona el Estado son necesarios e importantes, pero no deben confundirse con la necesaria indentificación del reconocimiento de la dependencia y las virtudes necesarias para el bien común, que deben de anidar en la base del individuo. En ocasiones se ha señalado que sobre los afectos no se manda, pero si es posible cultivar y ejercitar la disposición para sentir y actuar de acuerdo a determinados sentimientos; teniendo siempre en cuenta que el sentimiento sin guía de razón se transforma en sentimentalismo, y éste es una señal de fracaso moral.
La aplicación de estas condiciones es imperfecta, pero esa misma imperfección hace eficaz la invocación del mérito.
Es un error creer que el cuidado y entrega a quienes no pueden devolver voluntariamente lo que reciben, es un costo o una carga; que se trata de una relación benevolente hacia ellos, pero sólo en una dirección. Esto es un error pues esas personas permiten aprender algo esencial: el significado de estar al cuidado de otra persona y ser responsables de su bienestar, entendemos cabalmente lo que hicieron quienes una vez nos cuidaron. Tenemos una función de representacion de quienes no pueden hablar por si mismos y podemos hacerlo porque los "conocemos", "merecen consideracion" y contribuyen a la educación común para llegar a ser individuos racionales.
Alasdair MacIntyre
Editorial Paidos
ISBN 84-493-1103-9
Una parte considerable del florecimiento del ser humano como tal, consiste en ser un "razonador práctico", pasando de la aceptación de las primeras enseñanzas a la elaboración de los propios juicios y su justificación racional.
Una condición necesaria para razonar es haber aprendido a distanciarse de los deseos del momento y poder evaluarlos; es decir, ser capaces de juzgar desde un punto de vista externo, evitar caer en un "deseo infantil". Para lograrlo la presencia de otros individuos y la comunidad es de gran importancia, pues evalúan, modifican, rechazan o bien estimulan.
Todos los individuos necesitan la ayuda de los demás para el razonamiento práctico independiente. Independiente significa tener capacidad y disposición para evaluar las razones para actuar ofrecidas por otros, de modo que, uno mismo pueda respaldar las conclusiones prácticas de los demás, así como las propias conclusiones.
El "razonador práctico" siempre está en deuda. Esta "deuda" no se puede medir.Todos sabemos de quien hemos recibido benéfica influencia, pero a menudo no sabemos a quien la tendremos que dar. La clase de cuidados que hemos necesitado para florecer, nos fueron dados al margen de toda rentabilidad o de cualquier resultado final. Esta es la clase de cuidado que debemos a los demás. Y esto es así a pesar de que incluso las mejores relaciones sociales son imperfectas al tratarse de relaciones a menudo jerárquicas, de poder e incluso de explotación. Las situaciones sociales tienen a menudo incluso doble caracter.
Las cualidades que debe desarrollar el niño para reorientar y transformar sus deseos hacia los "bienes" en diferentes etapas de su vida, provienen de virtudes intelectuales y morales. Sin el desarrollo de estas virtudes (ya enumeradas por Aristóteles: justicia, templanza, veracidad, honradez, valentía y otras semejantes) no sería posible ejercitar el razonamiento práctico, ni cuidar y educar debidamente a otros, ni protegerse o proteger a otros de la negligencia, falta de compasión, codicia o malicia.
Cuando MacIntyre habla de "bien común" se está refiriendo a la capacidad de orientación incorparada a la práctica cotidiana. Las razones por las que no se llega a aprender son:
1.-La incapacidad para separarse de los deseos y distanciarse de ellos para juzgarlos.
2.-La falta de un adecuado conocimiento de si mismo.
3.-Incapacidad para reconocer la naturaleza de la dependencia que se tiene respeto a otras personas.
Debemos reflexionar sobre el hecho de que los seres humanos somos vulnerables a una gran cantidad de aflicciones. Todo individuo depende de los demás, esto se ve claramente en la infancia, pero también en la senectud. Entre estos dos periodos puede haber momentos más o menos largos de lesión, enfermedad, convalecencia; bien de manera intermitente o permanente. La reflexión sobre la vulnerabildiad del ser humano debería para MacIntyre, tener un lugar privilegiado en la historia de la filosofía. De este modo se reflexionaría sobre la "discapacidad" y los "discapacitados" no como "ellos" sino como "nosotros" en situaciones en que nos "hemos visto", "nos vemos" y probablemente "nos veremos". Hay una falta de reconocimiento de la magnitud de la dependencia que juega en contra de la maduración del ser humano.
Para MacIntyre debemos caminar hacia una sociedad política que parta del hecho de la incapacidad y la dependencia como algo que todos los individuos experimentan a lo largo de su vida, y de manera impredecible, por lo que la atención e interés que se les presta no es un interés particular, o a un grupo en concreto sino el interés de la sociedad entera en su concepto de bien común.
El estado moderno se rige por una serie de acuerdos entre diversidad de intereses económicos y sociales más o menos en conflicto. El dinero determina el poder de negociación. Los bienes públicos que proporciona el Estado son necesarios e importantes, pero no deben confundirse con la necesaria indentificación del reconocimiento de la dependencia y las virtudes necesarias para el bien común, que deben de anidar en la base del individuo. En ocasiones se ha señalado que sobre los afectos no se manda, pero si es posible cultivar y ejercitar la disposición para sentir y actuar de acuerdo a determinados sentimientos; teniendo siempre en cuenta que el sentimiento sin guía de razón se transforma en sentimentalismo, y éste es una señal de fracaso moral.
La aplicación de estas condiciones es imperfecta, pero esa misma imperfección hace eficaz la invocación del mérito.
Es un error creer que el cuidado y entrega a quienes no pueden devolver voluntariamente lo que reciben, es un costo o una carga; que se trata de una relación benevolente hacia ellos, pero sólo en una dirección. Esto es un error pues esas personas permiten aprender algo esencial: el significado de estar al cuidado de otra persona y ser responsables de su bienestar, entendemos cabalmente lo que hicieron quienes una vez nos cuidaron. Tenemos una función de representacion de quienes no pueden hablar por si mismos y podemos hacerlo porque los "conocemos", "merecen consideracion" y contribuyen a la educación común para llegar a ser individuos racionales.