La caja sucia: telebasura en España
Lorenzo Díaz
La Esfera de los Libros
ISBN 84-9734-270-4
La caja sucia de Lorenzo Díaz presenta un análisis de los programas de entretenimiento desde 1998 hasta 2005 aproximadamente, que es el año de publicacion del libro.
Por el título se puede adivinar que los programas que se analizan son aquellos denominados "del corazón" y también los "reality show", ambos alcanzaron gran popularidad cuando se rompe el monopolio y las dos cadenas públicas tuvieron la opción o bien de mantener una programación de calidad (aún en medio de divertir/entretener) o bien competir con las cadenas privadas por la audiencia; en esta competencia entraban también las deficitarias televisiones autonómicas.
El éxito de este tipo de programas es por todos conocido y no sólo puede decirse que sus espectadores sean gente de baja formación, desocupados o adolescentes aburridos, lo cierto es que también es un producto consumido por gente estresada que cuando llega a casa quiere desconectar y alejarse de los mil problemas de la vida cotidiana.
Los contenidos televisivos no son intrascendentes, crean estilos de vida y concepciones del mundo y aunque podemos elegir, lo cierto es que el menú (salvo canales de pago) es muy limitado. Juega en nuestra contra el hecho de ser un producto barato, y son varios los gráficos que nos demuestran el coste de un capítulo de una serie de producción propia y un "realiy show" (cuadro pag. 27) con el agravante de que muchas de estas series acaban en fiascos de audiencia y tienen una vida fugaz (cuadro pag. 120)
El libro no es tanto un análisis del porqué ocurre, sino un compendio de la ingente programación de este tipo de temas, en contrapartida a otro tipo de opciones. También pone el punto de mira en los límites a los que se debe llegar y el lenguaje capcioso que se utiliza en ellos: "las malas lenguas dicen", "se cuenta que", "se rumorea que", el periodismo queda reducido al chisme vulgar y el equilibrio entre libertad de expresión y derecho al honor se hace difícil con leyes no suficientemente claras y por demandas que tardan mucho en solucionarse.
Este tema adquiere especial relevancia cuando por resultados de encuestas sabemos que son muchos los niños de hasta doce años que ven la televisión después de las diez de la noche consumiendo unos programas que no han sido pensados para ellos. Se utiliza como un "canguro perverso" que ocupa un lugar predominante en la socialización de muchos jóvenes que analizan el mundo a través de los valores prestados por la televisión acompañados por una imagen emocional y sin parámetros contextuales que nos ayuden a comprender el hecho, simplificando así el discurso y por ello desvirtuando la realidad.
"es la hora de la telebasura y de las horas de televisión que se tiran a la basura. Desconocemos la fecha de su nacimiento y vemos difícil fijar la de su defunción, pero emergerían esperanzas si se creara una ley adecuada al fenómeno concreto que nos ocupa. Hace años que todos los agentes implicados en los medios - o afectados por ellos-descuidamos los motivos por los que el medio público nació: informar al mundo con libertad, recibir información contrastada, entretener a través del espectáculo, servir un tiempo de ocio, dar voz a los sin voz...., todo ello dentro de un debate público anclado en el respecto. Se invierte más económicamente, en programas donde la voz se presenta como la de auténticos animales, que en plataformas de debate donde se utilice la razón aristotélica que distingue lo justo de lo injusto. Aquellos que venden de forma obscena su intimidad, aquellos que comercian con ella para elevar audiencia -y con ella sus ingresos- y aquellos que la consumimos, contribuimos a banalizar los valores que han costado siglos conquistar y reconocer: la intimidad, el respeto y educación"
MARILO MONTERO, periodista.