viernes, 26 de abril de 2013

Resistencia y sumisión: cartas y apuntes desde el cautiverio- Dietrich Bonhoeffer

Resistencia y sumisión: cartas y apuntes desde el cautiverio
Dietrich Bonhoeffer
Ed.Sígueme
ISBN 978-84-301-1598-3

Dietrich Bonhoeffer nació en Breslau, Alemania en 1906. Reinaba el Kaiser y la nobleza y el ejército constituyen los pilares de la sociedad, una sociedad que estaba empezando a cambiar. Su familia pertenecía a la élite cultural alemana: su padre ocupaba la cátedra de psiquiatría y neurología y su madre descendiente de los von Hase destacaba por sus dotes musicales. Ella fue la que se hace cargo de su educación hasta iniciar los estudios de bachillerato.

La Primera Guerra Mundial se ceba con la familia falleciendo un hermano y tres de sus primos. A los 17 años comienza teología doctorándose con la tesis "Sanctorum Communio" en donde se trata el tema de la Iglesia que va a ser el núcleo de su pensamiento teológico.
En 1929 se encuentra en Barcelona como vicario de una parroquia de habla alemana. Al año siguiente llega a Nueva York con una beca para estudiar en el Seminario Union Theological. Ambos encuentros con la Iglesia real le marcarán profundamente. En Nueva York (recordemos que estamos inmersos en el Crack del 29) entrará en contacto con Harlem y la población negra de los ghettos. Finamente en 1931 con 25 años es ordenado pastor luterano.
El 20 de julio de 1933, el Reich, con ayuda de los "Cristianos Alemanes", agrupación vinculada al NSDAP, intentó asimilar la Iglesia protestante al Estado. Las elecciones eclesiásticas marcaron el triunfo de los "Cristianos Alemanes". Con posterioridad  se decretó la Ley Aria para la Comunidad Eclesiástica.
El 27 de septiembre de 1933, el Sínodo Nacional alemán reunido en Wittenberg nombró obispo del Reich al pastor castrense Ludwig Müller.

Bonhoeffer encabeza la Iglesia ilegal. Junto con Kart Barth y Martin Niemöller establecieron la Iglesia Confesante no oficial. Encabezaría seminarios ilegales que serían perseguidos por la Gestapo que los cierra en 1937. A él se le prohibe predicar, enseñar o hablar en público. Aunque la iglesia de la Confesión no era grande representaba un foco considerable de oposición cristiana al régimen nazi.

En 1939 Hitler ataca Polonia y Bonhoeffer es llamado a filas. La situación se hace cada vez más difícil dentro de la Iglesia Confesional. Piensa en emigrar y algunos amigos le piden que imparta clases en Nueva York. Viaja a Estados Unidos, pero cinco semanas después y tras una lucha interior de cuyo resultado nunca se arrepentirá, vuelve a Alemania. Se une a la resistencia interior que conspira contra el régimen nacionalsocialista. Entre ellos el almirante Canaris (arrestado en 1943), el coronel Hans Oster y von Dohnanyi. Ayudado de sus contactos ecuménicos sondea las posibilidades y condiciones de paz con los Aliados.
Fue acusado de conspiración y encarcelado en Tegel en 1943. Tras el fracaso del golpe de estado de 1944 y las pruebas del expediente de Zossen, será ejecutado el 9 de abril en Flossenburg junto a Canaris , al coronel Oster y otros miembros de la resistencia.

El libro que hoy reseño son los textos escritos desde Tegel. Algunos de ellos pasaron por la censura, pero conforme Bonhoffer se ganó la confianza de sus carceleros, muchas cartas pudieron burlar la vigilancia. Las cartas de su último mes de cautiverio tuvieron que ser quemadas en momentos de sumo peligro por su editor Eberhard Bethge quien escribe el prólogo. Lo que se expone en estas páginas me ha perecido sumamente interesante. Animo a leer todas sus cartas ya que incluso cuando su condición de teólogo es más directa, sus textos son sumamente interesantes y reveladores de una mente clarividente cuya desaparición nos privó de un pilar del pensamiento cristiano. Como escribe Bertheg al final del prólogo: "Estas páginas, que han resistido registros y bombardeos, escondidas entre tejas y vigas, con un testimonio del espíritu con el que se actuaba y se sufría en aquella época"

"¿Qué hay en realidad tras la queja de la falta de coraje cívico?. Durante estos últimos años hemos visto mucha valentía y sacrificio, pero apenas coraje cívico, ni siquiera en nosotros mismos. Sería una psicología demasiado ingenua el atribuir esa insuficiencia sencillamente a la cobardía personal (.......).
Nosotros los alemanes, hemos tenido que aprender la necesidad y la fuerza de la obediencia través de un largo proceso histórico. En la subordinación de todos los deseos y pensamientos personales a la misión que habían encomendado, vimos el sentido y la grandeza de nuestra vida. Nuestras miradas están dirigidas a lo alto, pero no con el temor de los esclavos, sino con la libre confianza que ve en la tarea una profesión y en la profesión una vocación. Esto era reflejo de una justificada desconfianza hacia el propio corazón, la cual lleva a preferir secundar la orden de "arriba" antes que seguir el propio parecer.(.....) No había contado con que su disponibilidad para la sumisión, para la entrega de su vida en el cumplimiento de la misión, pudiera ser abusivamente utilizada para el mal (....). Quedaba así demostrado que al alemán aún le faltaba un conocimiento básico: el de la necesidad del acto libre y responsable, incluso en contra de la profesión y la misión. Pero el coraje cívico solo puede surgir del libre sentido de responsabilidad de un ser humano libre. Sólo ahora comienzan los alemanes a descubrir lo que significa la libre responsabilidad."

domingo, 20 de enero de 2013

Dickens: El observador solitario-II (Peter Ackroyd)

Me hubiera gustado cerrar 2012 con esta entrada dedicada al genial escritor inglés. No pudo ser en fecha, pero no por ello me olvido, espero que os guste.

Dickens hombre y escritor son una mezcla indisoluble en la que el genio literario da cuenta del material de la vida, esa "suma de naderias" a decir de David Copperfield, a menudo gravosas y tristes, otras alegres y esperanzadoras.

Dickens amaba la infancia, nunca dejó de ser el niño que correteaba y miraba con atención y memoria fotográfica las ciudades por las que la profesión de su padre le llevara, los modelos humanos que las poblaban y que nutrieron sus novelas convirtiéndose en seres de carne y hueso.
También Dickens es amante de la belleza etérea de la mujer que empieza a dejar la adolescencia, los ojos soñadores, la mirada dulce y aterciopelada; el rostro joven abierto a todas las esperanzas y a todos los proyectos. Ese momento de la vida, que respiran algunos de sus personajes femeninos, es el que siempre le sedujo, inclusive cuando la vida convirtió sus circunstancias en otras muy diferentes.

Después de la experiencia traumática de la fábrica de frascos de betún y las difíciles condiciones por las que tuvo que pasar la familia, consecuencia del encarcelamiento de su padre por deudas; Dickens a los quince años empieza a buscar su futuro. Tras haber avalado algunas deudas a su padre y colocarse en una peligrosa situación comprometiendo su salario en The Morning Chronicle, abandonará la casa paterna y llevará con él a su hermano Frederick. Toma entonces las riendas de su vida y en gran medida la de toda su familia, una situación que nunca le iba abandonar, que acuciaría una vida de trabajo y esfuerzo hasta más allá de su propia salud.

En 1834 conoce a George Hogarth y a su familia, con su hija mayor Catherine se comprometería, ella tenía 19 años y nuestro autor 22. El éxito de ventas de Los papeles póstumos del Club Pickwick, posibilitó el adelanto de la fecha de la boda. Por supuesto Frederick viviría con los recién casados y tras el nacimiento de su primer hijo, su cuñada Mary se instala en la casa del escritor debido a una serie de transtornos nerviosos y depresiones que comienzan a manifestarse en Catherine tras el parto.
La relación con su cuñada era muy afectiva y esta etapa de su vida fue una de las más felices, pero Mary muere repentinamente a los diecisiete años. Dickens por primera vez no cumple los plazos de entrega. Su dolor fue obsesivo: guardó sus vestidos, soñaba con ella e incluso manifestó su deseo de ser enterrado con ella.
Mary fue siempre la imagen idealizada de mujer, de dulzura, fragilidad e inocencia; representaba como Catherine el modelo que amaba, con la diferencia de que las depresiones de su mujer se agravarían en el futuro, en gran medida a raíz de embarazos posteriores. Conforme pasase en tiempo sería su cuñada más pequeña, Georgina, quien se hiciese cargo de la casa.

Sus problemas familiares no acabarían aquí, John Dickens había tomado por costumbre solicitar dinero a los editores de su hijo, y sus deudas eran de nuevo tan numerosas que estuvo a punto de ser enjuiciado. Dickens toma la decisión de instalar a sus padres en el campo, cerca de Exeter, en Mile End Cottage. Pone en funcionamiento todo lo necesario y le presta a su padre dinero a condición de llevar una vida retirada. No siempre le dió buen resultado esta estrategia, pues poco después su padre falsificaría su firma. Este episodio ahondó las diferencias entre ambos llegando incluso a no dirigirse apenas la palabra.

"Creo que el día menos pensado me daré por vencido, porque, salvo en las pesadillas, nunca se ha visto nada parecido a la detestable sombra que sobre mí proyecta este padre que me ha tocado en suerte"

"Él y todos los míos me consideran como algo que pueden saquear a su antojo y repartirse los despojos"

Para cuando realiza su viaje a Norteamérica, Dickens tiene ya cuatro hijos, el pequeño Walter, tenía nueve meses y le costó vencer las reticencias de Catherine para embarcarse dejando a los niños atrás. En los años sucesivos la familia del escritor siguió creciendo, incluso para el siglo XIX, la suya era una familia más que numerosa.
En 1852 nace su décimo y último hijo, Edgar. No es de extrañar que el escritor hubiera adquirido la costumbre de disponer de un lugar para trabajar, lejos de todo y de todos. En 1856 adquiere Gad´s Hill Place a las afueras de Rochester.

En muchas ocasiones viajó a París, a veces acompañado por su familia y otras por Wilkie Collins al que le unía una gran amistad. De esta época data el distanciamiento de sus suegros, pues al volver a Londres prefería antes dormir en una posada que en su propio domicilio: "no soporto la presencia de esa familia al completo a la hora del desayuno". El apartamiento  de la familia Hogarth iba de la mano del distanciamiento de su esposa: "tengo la impresión de que el corsé de mi vida doméstica se ha tornado demasiado rígido". El contraste entre sus viajes libres a Francia y la vida en Londres era demasiado acentuado.

Con motivo de poner en representación una obra de Colllins, El piélago helado, entra en contacto con la familia de actores Ternan. Su hija Ellén, de 18 años (la misma edad que Kate Dickens) llama la atención del escritor. Ellen fue el detonante de una situación muy deteriorada. Dickens abandona el hogar y ya en los primeros meses de 1858 todo el mundo se refería a Ellen Ternan como la ahijada de Dickens.

El escritor plantea entonces la separación y la división de viviendas: Tavisdtock House en Londres y Gad´s Hill Place en el campo. Georgina, hermana de Catherine, apoya ese planteamiento, sin embargo la intervención de los Hogarth hizo que las negociaciones, en principio discretas, salieran a la luz. Se dieron toda clase de habladurías que incluyeron a Georgina. Finalmente se firma un acuerdo de divorcio, pero Dickens quiso salir al paso de las habladurías e insidias con una declaración personal en The Times. Un biógrafo de la época describe:

"Recuerdo como si fuera hoy la sorpresa y la tristeza que aquella declaración produjo entre la gente de a pie, como yo. En aquella época hasta donde a mi se me alcanzaba, en poco difería el escritor del hombre"

Como si toda la familia se pusiera de acuerdo, su hermano Frederick presenta una demanda de adulterio contra su esposa y, Augustus abandona a la suya marchándose a Estados Unidos con otra mujer. Su hija Kate contraería matrimonio "porque quería alejarse de aquel desdichado hogar".

Dickens se encontraba en un estado de postración nerviosa.El futuro económico de su familia era una preocupación constante, su hermano Alfred fallece dejando viuda y cinco hijos a los que el escritor trasladó a Gad´s Hill Place. Las giras de lectura le procuraban ingresos extraordinarios a la vez que levantaban su ánimo cuando palpaba el apoyo y seguimiento del público, su enorme poder de convocatoria. Ya muy tocado de salud realiza la segunda gira por Estados Unidos, que no pudo completar. A su vuelta su hijo Charlie, ahora arruinado, se hará cargo de la correspondencia del escritor. Edward se dispone a emigrar a Australia, al igual que había hecho Alfred con la idea de la cría de ovejas. Walter, ese muchacho un poco lento y que no destacaba en nada, a decir de Dickens, había fallecido en Calcuta.

Sólo Elle Ternan era la única por la que se dejaba aconsejar sobre su salud. La  relación que mantuvo con ella, ha hecho correr ríos de tinta; en cualquier caso y conociendo al escritor, no era una relación convencional y si bien no podemos estar seguros de su naturaleza, es no obstante innegable el cariño que sintió por ella.

El 15 de marzo terminaba las lecturas públicas con serios problemas de visión y cansancio acumulado. El 8 de junio de 1870 en Gad´s Hill Place le sobrevino el ataque. Georgina era la única que estaba con él. Perdió el sentido que ya no recuperó, pocos meses antes había sido recibido en audiencia privada a petición de la reina en el palacio de Buckingham.




martes, 25 de diciembre de 2012

Feliz Navidad


Queridos amigos de El baile de los Libros, os deseo una Feliz Navidad y os agradezco vuestras visitas al  blog. Me hubiera gustado compartir con vosotros más lecturas; espero que el año entrante sea menos duro y pueda dedicar más tiempo a comunicaros mis pequeños hallazgos.
Un abrazo a todos y mi agradecimiento.





jueves, 27 de septiembre de 2012

Pequeñas crónicas-Carlo M. Cipolla



Pequeñas crónicas
Carlo M. Cipolla
Ed.Crítica
ISBN 978-84-9892-218-9

 Carlo M. Cipolla (catedrático de Historia económica en las universidades de Pavía y Berkeley 1922-2000) nos presenta en su libro Pequeñas crónicas una selección de artículos aparecidos en Corriere Della Sera y Sole-24 Ore. Los artículos están a caballo entre el breve ensayo histórico y el económico, sazonado con la ironía de este extraordinario divulgador que siempre encuentra en la noticia de más rabiosa actualidad, la forma de recordarnos que en historia y en economía todo está ya inventado.

Entre el conjunto de los dieciocho artículos con títulos tan expresivos y sugerentes como: La patata de Colón o Aquel valle alemán donde nació el dólar, he elegido dos para ilustrar el caracter de esta curiosa recopilación.

A tenor del debate sobre la economía alemana y los distintos sistemas educativos europeos el artículo Por la ciencia y por el Kaiser, nos ilustra sobre como a mediados del s.XIX Francia y Gran Bretaña asistieron al nacimiento de Alemania como superpotencia y como desde un principio se intentó identificar las causas que lo habían propiciado. Hacia 1870 Boccardo escribe que en el mundo civil no existe el ejemplo de un pueblo como el alemán en el que todas las instituciones relacionadas con la educación nacional y sobre todo con la enseñanza técnica, "presenten una conexión tan estrecha, una armonía tan sabiamente establecida, una coordinación tan profunda".

El profesor Cipolla nos recuerda que ya Guillermo II (subió al trono 1888) estaba claramente a favor de las enseñanzas técnicas, "yo no quiero escuelas que produzcan ciudadanos griegos o ciudadanos romanos, quiero escuelas que produzcan eficientes ciudadanos alemanes"
En 1902 el sistema de escuelas técnicas alemanas se componía de: Technischen Hochschulen que impartían los estudios elevados (fundadas entre 1820 y 1830); las Trade Schools para la industria textil; las Escuelas de formación manual; las escuelas de comercio (innovación germánica) donde los estudiantes aprendían lenguas extranjeras, contabilidad y derecho mercantil. Es a este sistema al que el comisario estadounidense para la instrucción atribuía los espectaculares progresos de la economía alemana.

En otro de sus artículos se hace eco de dos palabras últimamente en boca de todos "deuda pública", en Quien inventó la deuda pública, nos recuerda que en la antigüedad no existía este concepto,  fue una invención de las comunas medievales italianas. La primera noticia se remonta a 1167 y fue un préstamo forzoso de la República de Venecia a sus ciudadanos adinerados. Esta práctica se extendió a otras repúblicas vecinas como Florencia.
"El Estado dispone de tres medios para hacer frente a sus necesidades, gravar los ciudadanos con impuestos, devaluar la moneda y recurrir al crédito", en el caso de Florencia se recurrió mucho al crédito, lo que empujó al alza la tasa de interés, de modo que muchos hombres de negocios dejaron de invertir su dinero en el comercio para adquirir deuda pública: "Los particulares que disponían de capital se enriquecían, mientras el Estado se empobrecía".
Sólo los milaneses no tuvieron deuda pública debido a la arbitrariedad de sus dirigentes que no inspiraban confianza en quienes tenían dinero. Por eso los milaneses invertían sus capitales en deuda pública de Génova o Venecia. Ni siquiera el Estado Pontificio estuvo al margen de la nueva modalidad, asesorado por los florentinos.
En España fueron los genoveses quienes se convirtieron en asesores y gestores de la deuda pública española en la segunda mitad del siglo XVI.

Como podéis ver los artículos hacen referencia a temas actuales a la vez que eternos, con pinceladas breves y al mismo tiempo intensas por los datos que maneja. Otra ventaja es que podemos dosificar su lectura, reflexionando sobre los vínculos entre la historia, la economía y el devenir de los siglos que siempre hace nuevo lo antiguo.


viernes, 6 de julio de 2012

Un tiempo para callar - Patrick Leigh Fermor

Un tiempo para callar.
Patrick Leigh Fermor
Editorial Elba
ISBN 978-84-938034-3-8

Patrick Leigh Fermor (Paddy) ha sido uno de los grandes viajeros ingleses de este siglo. Con una educación autodidacta, siempre fue un chaval curioso, se lanzó a los dieciocho años a recorrer Europa  (diciembre de 1933) hasta llegar a Constantinopla. Toda su vida sería un viaje en aventura ("solvitur ambulando" como le diría a su amigo Bruce Chatwin) y de igual modo se encontraba cómodo en la cabaña de un campesino que en el más lujoso de los hoteles. Son muchos los artículos que podéis encontrar sobre él en Internet, así que no resumiré aquí su vida apasionante que muchas páginas os contarán mejor que yo; si remarcaré su notable talento narrativo, el rico registro lingüístico con el que logra hacernos llegar sus emociones y sus observaciones.....y por lo tanto la meritoria labor de la traducción española a cargo de Dolores Payás.

Tras un largo vieje por el Caribe, Fermor pensó en poner por escrito sus experiencias en las Antillas y buscando la paz necesaria para encarar su primer libro, se refugia en la abadía de Saint Wandrille de Fontanelle, años depués pasaría por Solesmes, la Gran Trapa y los monasterios de Capadocia.
El libro que nos ocupa reune las experiencias del autor en todos ellos, no sólo nos habla de su histoira, sino de las sensacioens que despierta en su interior la convivencia con los monjes, la observación de sus costumbres, la sensación de sus cánticos, los matices de la luz reflejada en los claustros, la comunicación con unas personas que ha optado por una forma diferente de vida. Como dice acertadamente, en realidad " era yo y no los monjes quien se evadía del mundo. Para mis anfitriones la abadía era el trampolín hacia la eternidad; para mí un lugar al que retirarme a escribir un libro"

El escritor en ningún momento omite su falta de fe, se considera "un ciudadano de la herética isla del otro lado del Canal", incluso se sorprende de que no hubiera ninguna pregunta directa sobre sus convicciones religiosas. En un primer momento se sobrecoge "¡Tanto silencio y sobriedad!. El lugar asumió el carácter de una enorme tumba, una necrópolis en la cual yo era el único habitante vivo", los monjes le parecían desesperadamente tristes, sobrenaturalmente pálidos, " la temperatura de la vida se desplomaba hasta cero y la sangre corría cada segundo más lenta, tenue, como si de un momento a otro el corazón pudiera dejar de latir de modo imperceptible", sin embargo no pudo asimilar ninguna de estas imágenes a las vendidas por la literatura antipapista protestante.

Este sentimiento fue cambiando gradualmente, era el inicio de la adaptación. Se desecha la banalidad y las ansiosas trivialidades por falta de alimentación y surge una energía nueva que hace el trabajo más fácil. Al mismo tiempo los monjes dejan de ser un todo informe y pasan a convertirse en personas reales:

"empecé a tratar con los monjes, quedé sorprendido por la conversacion de aquellos con los que tuve contacto. No encontré rastro de tinieblas, ni un asomo de fúnebre melancolía"

"pregunté a uno de los monjes como resumiría, en pocas palabras, lo que era su vida. Reflexionó un momento y me dijo: ¿Ha estado usted alguna vez enamorado?".

Cuando llegó el momento de partir, sólo pudo arrepentirse Fermor de no haber tenido esta experiencia antes, las semanas pasaron con una rapidez asombrosa y de nuevo se encontró en un proceso de adaptación inverso, el mundo exterior era "un infierno de ruido y vulgaridad enteramente poblado de gamberros (...) incluso los anuncios de Byrrh y Cinzano que veía desde la ventanilla, normalmente jubilosos símbolos de libertad y evasión, me impactaron como si fueran insultos personales"

Como he comentado, no sería la última estancia de Fermor entre los claustros de un monasterio, sus consideraciones sobre la Gran Trapa y Capadocia son igualmente muy hermosas y matiza de manera muy certera las diferencias entre todos ellos. Esto lo logra porque no hay ligereza en sus apreciaciones, ni morboso deleite; se acerca a la realidad que no conoce con exquisito tacto y elegancia, evita enjuiciar vidas ajenas tan distintas a la suya, vidas de muy distinta procedencia que se igualan en la elección de un camino singular y todo ello narrado con una generosiad y elegancia que hoy en día se echa de menos. El resultado es un relato de una credibilidad y belleza que me ha sorpendido. Él mismo con humildad reconoce tras su estancia en la Gran Trapa, que se encuentra "carente de autoridad para librar un veredicto sobre las condiciones y posiblidades de vida en aquella callada e invernal soledad"

"El secreto de la vida monástica, esa completa abdicación personal y encumbramiento de la voluntad de Dios, que resuelve todos los problemas y conflictos y transforma una vida de agudos pacedimientos externos en otra de paz y alegría, es algo que muy pocos ajenos al claustro pueden comprender de forma completa"



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lunes, 23 de abril de 2012

Alí y Nino-Kurban Said

Alí y Nino
Kurban Said
Editorial Libros del Asteroide
ISBN 978-84-92663-59-0


Este fin de semana he acabado de leer la novela de Kurban Said, Alí y Nino, publicada por Libros del Asteroide. Según se nos cuenta en la contraportada, dos pueden ser los autores de esta pequeña joya:Yusif Vazil Chamanzaninli o Lev Nussimbaum (Essad Bey).

Se trata de una historia de amor, pero el fondo trasciende con mucho esta simple definición. En principio la vida de los protagonistas se desarrolla en Bakú, ciudad portuaria del Mar Caspio y capital de la actual república de Azerbaiyan, rica por sus yacimientos petrolíferos, ciudad de frontera, zona de fricción y de convivencia entre musulmanes, rusos, georgianos y armenios. En los tiempos en los que se sitúa la novela, la zona se encontraba bajo dominio ruso, sin embargo el advenimiento de la Primera Guerra Mundial y sus alianzas trastoca su difícil equilibrio.
Por otra parte sus habitantes se debaten entre un corazón europeo que quiere engancharse a las formas de vida propias de Londres y París, y otro corazón que ama el desierto, Oriente, las formas antiguas.
Bakú es el sitio donde mal que bien conviven dos maneras de mirar la vida, las relaciones personales, las relaciones sentimentales "nosostros nos limpiamos de otra manera y pecamos de otra manera, tenemos otro ritmo y otros rostros".

Alí y Nino son miembros de dos importantes familias, musulmana y cristiana. Su unión alfora dos maneras distintas de comprender el mundo a pesar de su amor mutuo, que únicamente en Bakú puede tener cabida. Durante un breve período Azerbaiyan se declara república independiente de 1918 a 1920.......y todo parece posible.

"En París yo sería tan desgraciado como tú en Persia. Allí me sentiría a merced de un arbitrio ajeno. Acuérdate del harén de Shimrán. Y soportaría Europa tan mal como tú soportaste Asia. Quedémonos en Bakú, donde Asia y Europa se entremezclan imperceptiblmente. No puedo ir a París: allí no hay mezquitas, ni murallas, ni está Said Mustafá. De vez en cuando necesito recrearme en el alma de Asia, para poder soportar a todos estos extranjeros que vienen aquí. En París te acabaría odiando, igual que tú me odiabas tras la fiesta de moharrán. No sería enseguida, pero antes o después en un carnaval o un baile, empezaría de pronto a odiarte por el mundo ajeno en el que pretendes que entre. Por eso voy a quedarme aquí pase lo que pase (........)

Perdona a tu Nino, Alí Kan. He sido muy tonta. No sé por qué supuse que resultaría más fácil cambiar a ti que a mí. Nos quedaremos aquí, y de París no se vuelve a hablar. Tú te quedas con tu ciudad asiática y yo con mi casa europea"

Al acabar el libro comprendemos el corazón de Alí, comprendemos a Nino; ¿por qué siendo ambos comprensibles, el problema continúa siendo insoluble?

domingo, 25 de marzo de 2012

El circo de la noche-Erin Morgenstern

El circo de la noche (Erin Morgenstern)
Editorial Planeta
ISBN 978-08-11169-6

No soy lectora asidua de literatura fantástica ni de novelas donde la magia es la protagonista, pero creo que Erin Morgenstern ha escrito algo diferente a lo habitual en el género. En algún foro se compara la novela, con una mezcla de Harry Potter, Alicia en el País de las Maravillas y un toque a lo Tim Burton. No estoy de acuerdo con esos ejemplos; ni unidos, ni por separado.

El Circo de la noche es una historia originalísima, un intrincado y complejo cuento de hadas: primero por sus saltos temporales entre los capítulos (¡estad atentos! evitareis la confusión) y después por la cantidad y calidad de los personajes principales (Celia y Marco a pesar de ser protagonistas tienen unos acompañantes maravillosos, los gemelos Poppet y Widget, Chandresh, Thiessen, etc....) todos ellos mágicos e imperecederos.

Es una lectura que discurre lenta (su acción se desarrolla a través de los años), no nos damos cuenta pues estamos sumergidos en un sueño, una tela de araña que nos atrapa con poemas visuales y nos impide abandonar la narración. Nos gustaría saber como acaba todo (ese reto y el amor prohibido de Celia y Marco) pero no nos importaría seguir leyendo indefinidamente los mundos que se dedican el uno al otro, mientras la sugestión traspasa el papel y podemos oler a manzanas de caramelo y chocolate caliente............ya no hay escapatoria, nos hemos convertido en un miembro más de los "reveurs" del Circo de los sueños........adelante, pasen y lean.

"El pasillo está flanqueado por puertas, y Celia elige una al final de todo. Deja un rastro de nieve semiderrida al entrar en una estancia en la que debe agacharse para no chocar con una cascada de libros que cuelgan del techo y cuyas páginas han quedado abiertas en congeladas olas.
Extiende una mano y la pasa sobre el papel: la habitación entera se mece suavemente al pasar el movimiento de una página a otra.
Le lleva cierto tiempo encontrar otra puerta, medio oculta en un rincón en sombras, y se echa a reir cuandos se le hunden las botas en la arena, fina como el polvo, que cubre el suelo de esa nueva estancia.
Celia está ahora en un trémulo desierto blanco, bajo un resplandeciente cielo nocturno que se extiende en todas direcciones. La sensación del espacio es tan grande que se ve obligada a extender un brazo para descubrir la pared que se esconde entre las estrellas y, aun así, se sorprende al rozar con los dedos la sólida superficie"